Nichos y mercados que hemos de construir.
Desde hace tiempo el tamaño de las empresas es un factor irrelevante para la oferta de muchos servicios.
Los cambios en la economía han permitido que un gran número de tecnologías disruptivas se integren en nuestro día a día poniendo nuestro mundo, aparentemente, patas arriba. Uno de los aspectos desconcertantes de este nuevo panorama es que el tamaño de nuestra empresa no importa para ser competitivo. Fuera del sector de la construcción empresas de cinco personas son capaces de ganar concursos y gestionar servicios atendiendo a clientes de todo el mundo.
También vemos cómo muchas pymes y grandes compañías en el sector AEC están poniendo a prueba sus nuevos modelos de negocio ahora. Sólo sabremos si tienen éxito real dentro de unos años si realmente consiguen consolidar unos beneficios.
Van a pasar muchos años sin que se definan y estabilicen los nichos de mercado. Los descubrimientos en las nuevas tecnologías y sus diferentes combinaciones no dejan de sorprendernos día a día como profesionales. Y los clientes no dejan de variar sus intereses según varía la oferta. Esto hace que las empresas tengan que asimilar unas nuevas dinámicas empresariales mucho más reactivas y proactivas, y esquemas mucho más flexibles. Algunos se atreven a hablar incluso de estructuras empresariales líquidas.
Probablemente los nichos de mercado sistémicos que más beneficios nos aportarán se estén gestando lentamente mientras lee estas líneas. Y las empresas que saldrán victoriosas en esta época de cambios están ahora muy pendientes de esos nichos, atentas a cada detalle en la oferta y la demanda.
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Según un estudio de techproresearch.com, un 29% de las empresas está ya usando el Internet de las Cosas y un 26% lo va a usar en el futuro inmediato. Sin embargo, sólo un 30% está ya sacando partido de esta información o preparándose para poder hacerlo. Aún más grave es este estudio global de Capgemini y EMC, que revela que dos tercios de las empresas (65%) reconocen que están en riesgo de convertirse en poco competitivas a menos que adopten las nuevas soluciones de análisis de datos.
La conclusión de este estudio es clara: la capacidad de adquirir todo tipo de datos, transformarlos en información, extraer conclusiones e implementar medidas en función de las mismas, permitirá a las empresas crear modelos de negocio disruptivos; las que lo consigan se encontrarán con que el 20% de sus fuentes de ingresos provendrán de estas ideas en el año 2020.
Roca, Raquel, “Know Mads. Los trabajadores del futuro” LID Editorial. 2015.
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Lo que sí sabemos es que si seguimos haciendo las cosas como hace 10 años, nuestras empresas están abocadas al fracaso. Hay mucho que cambiar y poco margen de tiempo. Pero ese cambio, ese Salto al BIM, ha de ser controlado:
Al autónomo y a la microempresa.
Debemos rehuir de ser profesionales obcecados con las ventajas que nos ofrece el sistema CAD y el 2D mientras otras empresas se benefician de los nuevos sistemas 3D con la gestión de información eficiente que esto supone. Hemos de aprender que el sistema BIM no viene para sustituir a los métodos CAD, sino para englobarlos.
Decidirse a dar el salto al BIM lo antes posible en pequeñas empresas o de autónomos, no sólo es cuestión de supervivencia, sino de excelencia profesional. Y esa excelencia puede llevarnos a clientes muy agradecidos y colaboradores y socios muy especiales.
Debemos convertirnos en el tipo de profesional con el que nos gustaría asociarnos y al que le pagaríamos sin problema un servicio de alta calidad. Ahora sabemos que la alta calidad está necesariamente ligada a la alta informatización de los procesos.
A la pequeña y mediana empresa.
La pequeña y mediana empresa es quizá la que más tiene que ganar a corto plazo trabajando en entornos BIM. Son empresas que tienen recursos humanos suficientes para realizar trabajos importantes y estructuras empresariales que les permiten cambiar de foco con rapidez. Sólo necesitan asimilar una máxima de nuestros tiempos que la mayoría de las empresas españolas olvida: la creatividad es una oportunidad y no un riesgo.
Así es, enorgullecernos de nuestro “que inventen ellos” se vuelve de nuevo en nuestra contra, justo cuando tenemos más profesionales altamente formados y con ganas de innovar. Y no es por pereza, ni por sentido práctico, ni por falta de fondos, ni por estrategia empresarial. Es por miedo de la casi totalidad de empresarios y ejecutivos de empresa que no se atreven a tomar decisiones relevantes y prefieren una muerte lenta para sus empresas. Por eso, nuestra principal misión con este libro es conseguir hacer atractiva la idea del cambio sistémico.
La tecnología, la alta formación y un mercado laboral actualmente en crisis nos permite aspirar a nichos inimaginables hace unos años. La domótica, la gestión de los edificios informatizada o la eficiencia energética son campos demasiado atractivos como para desdeñarlos en estas condiciones propicias. Por eso les decimos a estas empresas desde Salto al BIM “que inventemos nosotros”. Nunca experimentar con nuevas técnicas ha sido tan accesible y rentable a medio-largo plazo.
A la gran empresa.
Las empresas del sector AEC que empezaron hace más de diez años y tuvieron éxito con metodologías CAD son, con diferencia, las que tendrán que invertir más tiempo, energía y dinero en cambiar esas estructuras antiguas tan bien consolidadas. Tienen sin embargo claras fortalezas a su favor:
Disponen de información privilegiada antes que otros agentes del mercado. Si existen unos canales adecuados por los que la información privilegiada llegue al “cerebro” de estas empresas, la capacidad de reacción de sus grandes estructuras puede resultar espectacular.
Disponen de profesionales de alto nivel de diversas disciplinas. Si conseguimos detectar a los miembros excelentes del equipo y diferenciarlos de los mediocres o de los improductivos para ponerlos en puestos sistémicos, el “músculo” de la empresa será más fuerte. Hay que olvidarse de valoraciones antiguas de los recursos humanos como que “más años en una empresa equivalen a más conocimiento”. Estas filosofías ya no tienen sentido en un mundo en el que la tecnología disruptiva y una economía inestable ponen a prueba nuestros sistemas todos los días. Los trabajadores sistémicos han de ser, sin excepción, expertos reputados en el uso de las nuevas tecnologías y/o mentes creativas capaz de reinventar la forma de hacer las cosas, independientemente de la experiencia y conocimientos que tengan en sistemas y empresas obsoletas. Por ello debemos conseguir que los más aptos siempre se sientan motivados con proyectos ambiciosos a desarrollar por la empresa.
Disponen de mecanismos de financiación a los que otros agentes no pueden acceder. Si utilizamos los mecanismos de financiación y planificación en consonancia con la información privilegiada y con profesionales de alto nivel que sepan planificar los proyectos de inversión. De este modo tendremos unas máquinas infalibles capaces de generar beneficios constantes durante muchos años.
Tienen la oportunidad única de entrar a formar parte de grandes consorcios de empresas trabajando en BIM. Las llamadas DJV y CJV (Unión de empresas de diseño o de construcción, de carácter temporal) ya exigen que todos los agentes trabajen en sistemas colaborativos BIM. Esta oportunidad permite acceder a grandes proyectos de ingeniería y arquitectura a nivel internacional y compartir su saber hacer (know-how), una información valiosísima para mantenerse en posiciones dominantes.
Valoraciones estratégicas y de negocio.
Antes de optar por implantar BIM en nuestras empresas deberíamos preguntarnos si estamos dispuestos a dar el Salto al BIM, ya que de nada sirve una buena implantación del sistema si no se ha cambiado de mentalidad. Las estrategias que figuran en este libro no constituyen un gasto económico significativo si se aplican con rigor, y sin embargo son capaces de elevar enormemente la eficiencia de las empresas en las que se implementan. El coste mayor que requiere por parte de la empresa y sus trabajadores es comprometerse a no tener miedo a cambiar la manera de hacer las cosas, pese a que el cambio no de frutos en una primera instancia. Porque pensar en hacer cambios es en de por sí un riesgo. Pero estamos seguros de que es mayor riesgo no invertir en cambiar nuestras reglas y protocolos en un mundo tan dependiente de la tecnología.
Todo riesgo en la empresa tiene que ser controlado, medido y valorado. Esperamos que al lector le sea útil nuestra experiencia para controlar ese riesgo que en definitiva supone el uso de una nueva tecnología, y transformar la innovación en una oportunidad.
Cada uno de los capítulos constituye un tema relevante de la implantación y puesta en marcha real del sistema BIM en empresas o en dinámicas de trabajo para trabajadores y autónomos.
Luisa y yo tenemos la firme intención de que el mayor número de personas se atrevan a dar este salto hacia el nuevo sistema. Tenemos la certeza de que integrar y rentabilizar las nuevas tecnologías desde ahora mismo puede dar muy buenas posiciones a empresas y trabajadores en los mercados que se están creando. Esos mismos mercados que nos toca y nos tocará construir, entre todos, día a día.